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jueves, marzo 28, 2024

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Uber o cómo las promesas de las empresas no sustituyen a la acción de los gobiernos, según T&E

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La Federación Europea para el Transporte y el Medio Ambiente, más conocida como Transport & Environment (T&E), ha querido aprovechar el ascenso hasta el primer plano de la actualidad de la sensibilidad medioambiental por la celebración en Glasgow (Escocia) del COP26, la Conferencia de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático, para trasladar a los mandatarios allí reunidos el mensaje de que deben ser precisamente ellos, los políticos, los que tomen las riendas de la descarbonización del transporte estableciendo objetivos ambiciosos, al constatar que las declaraciones de intenciones de las empresas no sustituyen a la acción de los gobiernos.

Como hilo argumental de esta declaración, la organización no gubernamental ha tomado el ejemplo de Uber y su retraso en la consecución del objetivo de electrificar la mitad de los viajes de su flota en siete capitales europeas para 2025. Del análisis realizado por T&E se desprenden como principales conclusiones que menos del 5% de los kilómetros recorridos por la flota de la plataforma californiana se hacen en vehículos cien por cien eléctricos y que el relevo de los vehículos contaminantes es mucho más rápido en aquellas ciudades que exigen a las empresas que se electrifiquen.

Madrid, París, Berlín y Bruselas, la cruz

En sentido contrario, lógicamente, aquellas que establecen pocas o ninguna exigencia en este sentido tardan más en pasarse a las cero emisiones. Este sería el caso de grandes urbes como Madrid, París, Berlín o Bruselas, donde prácticamente no hay oferta de coches eléctricos para los pasajeros. El caso más sangrante, según esta organización que basa su información en datos de la propia Uber, sería el de la capital belga, donde apenas el 0,01% de los viajes de la plataforma son eléctricos; a continuación Madrid, con una tasa del 0,15%; Berlín un 0,55% y París un 1%.

T&E explica que Uber lo ha hecho mejor en aquellos lugares en que tenía que hacerlo, en las ciudades que exigen que las operaciones de la empresa sean eléctricas de aquí a 2025: en Lisboa alcanzan un 9% de los viajes y en Londres y Ámsterdam el 6%.

Dieciocho meses después de anunciar estas promesas de electrificación a cinco años vista, T&E señala que los datos ponen de manifiesto que en todo este tiempo Uber solo ha conseguido reducir en un 6% las emisiones medias de CO2 de sus viajes, hasta 97,2 g/km. Le quedarían, pues, algo más de tres años para conseguir esa reducción del 50%, si bien la organización advierte de que dicho objetivo es un porcentaje agregado en las siete ciudades, «lo que significa que si Londres y Ámsterdam alcanzan el 100%, Berlín y Bruselas pueden quedarse en cero».

Para garantizar que Uber se limpie en todas partes, afirma T&E, «las autoridades municipales deberían exigir que todas las flotas de alto kilometraje que operen en zonas urbanas estén compuestas por vehículos de cero emisiones a partir de 2025. Los gobiernos municipales y nacionales también deben mejorar la infraestructura de recarga para garantizar que haya puntos de recarga lentos y asequibles cerca de los hogares de los conductores, en combinación con los centros de recarga rápida de las ciudades».

Saúl López, director del programa de flotas eléctricas de T&E, ha asegurado que «Uber debería hacer más, pero también los gobiernos. En Ámsterdam y Londres están limpiando su flota más rápidamente porque las autoridades han establecido mandatos de electrificación y zonas efectivas de emisiones ultrabajas. Unos objetivos claros para tener flotas de cero emisiones darán a los operadores de transporte y a los proveedores de recarga la seguridad que necesitan para invertir».

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