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sábado, diciembre 2, 2023

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¿Renting flexible o leasing? Northgate desvela las claves para acertar con la elección

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Como parte de su política de facilitar al máximo posible la elección del cliente de un vehículo para el trabajo y las implicaciones que cada tipo de servicio conlleva, tal y como publicó Autoreport en los artículos relativos a «¿Compra o renting?», «Cómo desgravar el vehículo de renting de la declaración de la renta» o «Claves para que las pymes acierten con el contrato de renting», entre otros, ahora Northgate Renting Flexible descubre las claves para acertar al elegir entre las modalidades de renting flexible y leasing.

Las necesidades de movilidad de las empresas, señala la compañía, se van adaptando al contexto de incertidumbre socioeconómica actual, que ha ido dando paso a nuevas formas de desplazamiento cada vez más flexibles y también sostenibles al acceder a vehículos para uso profesional. Ante esta coyuntura, en los últimos años, modalidades de movilidad como el renting flexible y el leasing se han consolidado en el canal empresa, por lo que es posible que a los gestores de flotas les surja la duda de cuál es la opción que mejor se adapta a sus necesidades. Al final, aunque ambas tienen el objetivo de facilitar el acceso de las compañías a una herramienta de trabajo como es el vehículo, cuentan con diferencias que se deben tener en cuenta a la hora de escoger.

En qué consisten

Puede parecer que el renting flexible y el leasing son similares y es que, al final, las dos son una forma de alquiler del vehículo, pero nada más. La principal diferencia es que el leasing implica un plazo obligatorio con opción a compra al terminar el contrato y el renting flexible no está sujeto a plazos ni contempla la compra.

El renting flexible es una modalidad de servicio que no conlleva permanencia, sin penalizaciones ni gastos; es decir, puede contratarse un vehículo sin fijar un plazo para el periodo que se necesite y devolverlo cuando ya no sea necesario disponer de él, sin que ello suponga ningún coste adicional. El cliente paga una cuota mensual que cubre los gastos y servicios asociados a ese vehículo, como el seguro, mantenimiento y revisiones, por lo que se paga por el uso de un servicio, como ocurre en otros como la música o las plataformas de streaming.

Por su parte, el leasing, básicamente, es un alquiler con derecho a compra. La empresa está obligada a ofrecer la compra del vehículo pasados los años acordados entre ambas partes desde el inicio del contrato.

Diferencias

Estas dos modalidades se distinguen principalmente por la duración del contrato y las diferencias de su contabilidad. Al estar destinado a la compra del vehículo, los contratos de leasing siempre son de larga duración, normalmente de dos a seis años. En cambio, el renting flexible cuenta con mayor permisividad y adaptación a las necesidades del cliente. No exige permanencia, de forma que si se entrega antes de tiempo no hay penalizaciones, una vez transcurrido el período mínimo.

Asimismo, la cuota fija incluye todos los servicios, como mantenimiento, impuestos y seguro, mientras que el leasing exige al arrendatario llevar a cabo directamente la gestión del vehículo, como mantenimiento y reparaciones en talleres, seguro, asistencia, etcétera.

En cuanto a diferencias de contabilidad, el renting se considera un gasto y, por tanto, puede llegar a ser hasta 100% deducible. El leasing, por el contrario, afecta al pasivo y al activo de la empresa y si se va a realizar la compra al finalizar el contrato contabiliza como adquisición de inmovilizado. Además, en el caso del leasing, las cuotas mensuales van englobando el precio total del vehículo, ya que la futura compra del mismo por parte del cliente está prevista desde el principio, aunque también puede decidir no comprar el vehículo al finalizar el contrato.

Por todo ello, Northgate Renting Flexible recalcan la importancia de que los gestores de flotas sean conscientes de las diferencias que presentan ambas fórmulas, poniendo el foco en ventajas del renting flexible como son la ausencia de entrada, contabilización más sencilla, ventajas fiscales y, principalmente, la flexibilidad de poder ajustar los vehículos de trabajo en función de las necesidades reales del negocio, disponiendo de ellos el tiempo necesario o cambiando de tipología sin asumir costes adicionales.

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