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viernes, abril 19, 2024

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Los ecocombustibles pujan por hacerse hueco en una sociedad libre de emisiones

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Alcanzar una economía y una sociedad de cero emisiones netas, tal y como se ha marcado la Unión Europea para 2050, plantea una importante reconversión del sector automovilístico, en el que los ecocombustibles, sin duda, juegan un importante papel. En los últimos meses, el coche eléctrico está siendo el gran protagonista, si bien los ecocombustibles son, hoy por hoy, una mejor alternativa, no solo por su reducido coste, sino porque no requieren una renovación total o parcial del parque de vehículo, asegura Marcos Moure, propietario y fundador de Grupo Moure, quien afirma que «invertir en ecocombustibles supone no solo una reducción de las emisiones de dióxido de carbono respecto a los combustibles tradicionales, sino que también puede significar un impulso para la industria y la economía gracias a la creación de un sector dedicado a ellos».

La amplia variedad de combustibles para el suministro en los automóviles, como el gasóleo y la gasolina, el gas, ya sea licuado o comprimido, la electricidad, el hidrógeno o el gasoil sintético, crean un escenario muy incierto para las estaciones de servicio ya que, según Moure, «se está hablado de muchas energías alternativas a la movilidad» que hace «difícil pensar en que la energía definitiva ha llegado».

Tipos de ecocombustibles

Hay dos grandes categorías de ecocombustibles líquidos bajos en carbono: los combustibles sintéticos o e-fuels y los biocombustibles avanzados. Los primeros se fabrican a partir de CO2 retirado de la atmósfera e hidrógeno renovable y «siempre que se hayan obtenido mediante energías renovables liberan en su combustión el dióxido de carbono que se captó en su fabricación. No emiten más CO2, sino que devuelven el que capturaron», explica Moure.

Los biocombustibles avanzados, por su parte, son los producidos a partir de residuos de origen biológico procedentes de la industria agroalimentaria, la agricultura, los aprovechamientos forestales o la fracción orgánica de los residuos sólidos urbanos que se utilizan para la fabricación de los combustibles finales y pueden «reducir las emisiones de CO2 el 65% respecto a los combustibles tradicionales».

El autogás o GLP es un carburante que surge de la mezcla de gas de butano y propano, lo que hace que sea menos contaminante que los carburantes tradicionales. Es un gas en su estado natural, pero que pasa a estado líquido cuando se somete a bajas temperaturas y presiones, por lo cual es fácilmente manipulable en las refinerías, en su almacenamiento, transporte y en el consumo final, lo que a juicio de Moure es otra muy buena opción frente a los combustibles tradicionales, ya que «reduce el 14% las emisiones de dióxido de carbono frente a la gasolina, el 96% las emisiones de NOx frente al diésel y el 99% la emisión de partículas».

A pesar de que el experto no ve al hidrógeno como una opción real hasta dentro de 15 años, ya que aún deben hacerse grandes inversiones para instalarlo en las estaciones de servicio, destaca sus ventajas, al considerarlo «ideal para almacenar energía a largo plazo y permitir una movilidad sin emisión de dióxido de carbono».

Las fortalezas del hidrógeno, señala, se basan en que es un elemento muy abundante en el planeta, cuyo combustible no genera emisiones. Además, «puede transportarse y almacenarse a gran escala con relativa facilidad, cosa que no sucede con otras alternativas a la movilidad como es la electromovilidad».

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