Aunque tampoco se puede decir que los combustibles fósiles de automoción estén a precios económicos, lo cierto es que a muchos usuarios, tanto a nivel particular e incluso en el ámbito de la gestión de flotas, se les habrá pasado por la cabeza la idea de que tal vez la opción de un coche eléctrico no sea tan apetecible o rentable en estos momentos con las tarifas de la luz más allá de las nubes.
La Organización de Consumidores y Usuarios (OCU) ha venido a poner cifras sobre esta incertidumbre, afirmando que el coste anual en electricidad que supone la carga de un automóvil eléctrico en horario valle -esto es, por la noche desde las 00h a las 08h y durante todo el fin de semana- se ha incrementado en 257 euros respecto a 2020. Así, si el año pasado se cuantificaba en 190 euros el coste de recorrer 10.000 kilómetros, actualmente ascendería a 447 euros.
Hasta cuatro años de amortización
Y aunque, como decíamos al principio, el precio de los combustibles también se ha elevado considerablemente -un 22% el de la gasolina durante los últimos doce meses- la escalada de las tarifas eléctricas está resultando mucho más acusada, lo que está propiciando que los plazos de amortización de los eléctricos se alarguen. Según la OCU, incluyendo el descuento del Plan Moves III ha pasado de dos años y medio a cuatro, es decir, que se tarda un año y medio más en compensar su mayor precio de adquisición con los menores costes de uso en energía, tomando como referencia un Peugeot 2008, 7.500 euros más barato en su variante de gasolina.
La organización de consumidores también ha observado una subida de precios en la red Ionity de carga rápida en carretera: de 0,790 euros/kWh en marzo a 0,825 euros/kWh en septiembre, precio que pasa a ser ahora tres veces superior al de la tarifa valle. De momento, las red Easy Charger y la de Iberdrola mantienen sus precios.
De cualquier modo, desde OCU siguen recomendando sustituir los coches con motor de combustión por los eléctricos ya que no solo terminan saliendo más baratos, sino que también contribuyen a reducir la contaminación en las ciudades y son más ecológicos. «De hecho -añade- las baterías están superando con creces el plazo mínimo de uso de ocho años que garantizan los fabricantes; y el proceso de reciclaje de estos aparatos permite volver a aprovechar gran parte de los materiales empleados en su fabricación«.