Existe un enorme potencial para modernizar la fiscalidad del automóvil en España, que a día de hoy sigue utilizando normativas que se han quedado polvorientas con el paso del tiempo en vez de favorecer a los vehículos no contaminantes. Esta es una de las conclusiones, desde la óptica española, del informe The Good Tax Guide de Transport & Environment (T&E), el primero que compara los sistemas de imposición de los vehículos particulares y corporativos en 31 países europeos, tratando de arrojar luz sobre las distintas velocidades de electrificación en el continente.
Si la fiscalidad es una de las herramientas más importantes para generar cambios de comportamiento en el transporte y desempeña un papel notable en la transición hacia la movilidad eléctrica, esta asociación advierte de que en el caso de España se hace muy poco para penalizar a los coches contaminantes. Según este estudio, nuestro país se encontraría en el grupo de cola europeo en cuanto a la diferencia de la carga impositiva neta entre un pequeño coche de gasolina y otro puramente eléctrico, con un margen todavía menor entre los coches de empresa.
Diferencia de carga impositiva entre un coche pequeño gasolina/eléctrico en el ámbito corporativo:
«El régimen fiscal español para los coches es anticuado y recompensa al elegir una flota contaminante, cuyo funcionamiento se basa en los combustibles fósiles», afirma Óscar Pulido, responsable de electrificación de flotas en T&E en España.
Según esta organización, son múltiples las deficiencias del régimen fiscal español aplicable a los automóviles. Por un lado, apunta que son una minoría los coches contaminantes que pagan el impuesto de matriculación cuando se trata de una tasa proporcional a las emisiones. Se critica que la exención se encuentre a un límite muy elevado (120 g/km) mientras que el resto de tramos no son lo bastante restrictivos, por lo que la mayoría de los nuevos vehículos evitan este impuesto. De hecho, durante el año pasado solo un 1,1% de los vehículos matriculados tributó por este concepto bajo el tramo más alto, el cuarto, y apenas un 5,9% lo hicieron con las cuotas del tercero.
En segundo lugar, España es uno de los nueve países que todavía favorece fiscalmente a los coches híbridos enchufables (PHEV) ya que solo tiene en cuenta sus emisiones homologadas en lugar de considerar su impacto ambiental al estar demostrado, según T&E, que sistemáticamente circulan con el motor de combustión.
Así pues, el estudio concluye que entre los PHEV y los eléctricos puros (BEV) la diferenciación es nula en este sentido, al igual que entre los coches altamente contaminantes y los de cero emisiones en la normativa fiscal que rige los coches de empresa en el apartado de la desgravación del IVA y la amortización. Esta circunstancia provoca que las empresas no se animen a migrar sus flotas hacia vehículos sostenibles y se pone el ejemplo de países como Bélgica, Francia o Portugal, en los que la cantidad que se puede amortizar depende de las emisiones que emite el vehículo.
Para Griffin Carpenter, analista de coches en T&E, «los vehículos de empresa contaminan más porque se conducen más. Pero los gobiernos están obstaculizando la transición hacia flotas limpias al seguir ofreciendo regímenes fiscales bajos para los coches contaminantes. Cambiar los incentivos para los BEV corporativos es el fruto más fácil de la fiscalidad del automóvil y de la descarbonización de todo el parque móvil», toda vez que los vehículos corporativos son responsables del 73% de las emisiones de los coches nuevos en Europa, según esta organización.