Si con la pandemia y la escasez de semiconductores la sociedad, en general, y la economía, en particular, creían haber tocado fondo, la guerra entre Ucrania y Rusia empieza a perforar en lo más hondo de la crisis. A la tragedia humana que todo conflicto bélico genera, la guerra y las sanciones económicas impuestas por Europa y Estados Unidos están generando un clima de incertidumbre en lo que al precio y suministro de hidrocarburos se refiere.
Desde el punto de vista económico, una de las mayores preocupaciones que existe es una potencial escalada del precio de los hidrocarburos, aunque las probabilidades de que España se quede sin suministros son inexistentes, asegura Marcos Moure, propietario y fundador de Grupo Moure, holding con presencia en el sector energético y carwash, si bien advierte que la situación geopolítica impulsará, todavía más, el aumento de la inflación, que derivará, a su vez, en el encarecimiento del precio de los carburantes.
Explica Moure que, en términos generales, «apreciamos subidas en los costes de producción, que son cada vez mayores, así como problemas de suministros en algunas industrias. Todo esto, en definitiva, repercute de manera directa en los precios que pagan los consumidores finales», y señala la alimentación, el calzado o las materias primas como las primeras víctimas de la creciente inflación.
El carburante disparará el IPC
Así, el Índice de Precios al Consumo (IPC) está experimentando importantes subidas estas semanas y es previsible que siga creciendo en lo que resta de año. Concretamente, «llenar el depósito de combustible continuará siendo más caro en España. Las facturas de luz y gas seguirán incrementándose, al igual que los costes de transporte y mercancías. De cara al futuro, la situación podría ser todavía más preocupante en el caso de que Estados Unidos y Europa impongan nuevas sanciones, lo cual comportaría en una mayor inflación y un freno al crecimiento económico y la recuperación después de dos años de pandemia», indica el ejecutivo.
Advierte, además, que cada vez es mayor el miedo a un incremento de precios, así como a un nuevo periodo de inflación, que frenaría por completo las tendencias acumuladas de 2021, que hacían pensar que 2022 sería un año clave en la recuperación económica de las principales potencias mundiales después de dos duros años de inestabilidad pandémica.
Una de las problemáticas más discutidas esta semana ha sido la posibilidad de que Rusia fuera suspendida del sistema internacional de transacciones SWIFT. Finalmente, aunque se interpusieron una serie de sanciones, tanto la Comisión Europea como Estados Unidos decidieron que esta desconexión fuera parcial, permitiendo que, a día de hoy, sigan siendo posibles los pagos relacionados con gas y petróleo.
Casi el 30% de las importaciones
Según la Corporación de Reservas Estratégicas de Productos Petrolíferos (Cores), del total de petróleo refinado distribuido en gasolineras españolas en 2021, solo el 4,6% procedía de importaciones rusas. Sin embargo, detalla Moure, «si tenemos en cuenta la cantidad de barcos que llegaron a nuestros puertos con barriles de petróleo crudo sin refinar, Rusia pasa a representar entre el 20% y el 30% de estas importaciones». Y añade que, por suerte, de desaparecer esta vía, «existen otras opciones para sustituir los suministros. Todo esto serían ventajas a medio plazo; sin embargo, el impacto a corto sí que sería mayor, con proyecciones a dos y tres meses vista de que esta problemática seguirá repercutiendo en los precios generales de la energía».
En lo que respecta al gas, si bien es cierto que España se encuentra en la lista de 10 países que más lo importa, la mayoría de ellas provienen de Argelia. «La ausencia de gas, por lo tanto, tendría un efecto mucho más perjudicial en países del norte de Europa, donde la dependencia de Rusia es mucho más elevada», concluye.