Electrificar la flota es el nuevo mantra que todo gestor debe asumir en estos tiempos. Sí o sí, es obligado iniciar la transición de las unidades que componen la misma hacia la movilidad cien por cien eléctrica, pero los plazos y momentos en los que afrontar tal decisión corresponden por completo al gestor. Es una tarea nueva y compleja, ante la cual aún hay pocos profesionales que realmente sean expertos en la materia, lo que en muchos casos impide hacer una transición adecuada y facilita cometer muchos errores.
Según un reciente informe presentado en el Reino Unido por VEV, proveedor especializado de soluciones para flotas eléctricas respaldado por Vitol, empresa líder en el mercado energético a escala global, aquellas corporaciones que se encuentran actualmente inmersas en su proceso de electrificación ya trabajan bajo “especificaciones excesivas” en distintos aspectos y muy especialmente en cuanto respecta a sus necesidades de infraestructura de carga donde se cifra en más de un 20% la sobrecapacidad de infraestructuras instaladas para ello.
El citado informe indica que, en gran medida, tal sobreespecificación viene dada por la bisoñez de las empresas a la hora de afrontar estos procesos, que son completamente nuevos en el mercado y, por tanto, también para ellos. Sortear las complejidades de estos procesos, en los cuales se ven involucrados múltiples proveedores y demás partes interesadas, exige conocimientos especializados para poder anticipar y considerar todas las variables y factores que afectan a los mismos. Hay que considerar cómo estos afectan a los vehículos, a las infraestructuras que precisa la flota para su normal funcionamiento, las fuentes de energía adecuadas, la gestión adecuada de esta, los patrones operativos y adecuar todo ello a las misiones y funcionamiento que la flota tiene encomendados al servicio de la empresa.
No hay un patrón estándar
En resumen, no vale un modelo único, un patrón que seguir de manera estandarizada para todas las flotas. Cada una de ellas y en especial aquellas que se van a articular exclusivamente con vehículos eléctricos, precisa de un diseño personalizado, de un plan de transición exclusivo que permita a la empresa contar con la flota descarbonizada que realmente necesita en el momento en el que sea preciso, respetando plazos y etapas a lo largo del proceso de transformación.
Uno de los errores más comunes que se suelen cometer viene dado por la dotación de puntos de carga que las empresas se ven obligadas a acometer en sus zonas de estacionamiento. Es común suponer que cada vehículo eléctrico de la flota precisa disponer de un cargador en exclusiva para su uso. Esto provoca un gasto excesivo en la dotación de infraestructuras y un desperdicio de los recursos asignados a la flota. Además, agrega un proceso de gran complejidad para la gestión de la misma que es totalmente innecesario y supone una importante pérdida de tiempo, así como un notable esfuerzo de gestión durante la instalación de dichos puntos.
Cubrir todas las eventualidades no es posible
De igual modo, la gestión de la transición hacia la movilidad eléctrica está provocando una fuerte tendencia en las empresas a diseñar sus flotas con el objetivo de cubrir de inmediato cualquier eventualidad que pudiera producirse durante el proceso, por rara que esta sea, lo que está generando importantes sobrecostes que, en muchos casos, resultan completamente innecesarios tener que afrontar.
Analizar las necesidades reales a partir del conocimiento obtenido de datos telemáticos precisa de conocimiento y, sobre todo, de experiencia. Y esta, si no se tiene en casa, lo mejor es buscarla. Predecir y planificar los valores atípicos que genera este proceso y tomar decisiones basadas en informaciones y datos correctamente interpretados va a garantizar que la inversión a efectuar en el proceso de electrificación de la flota sea la adecuada y que la operación concluya de manera completamente optimizada.
Por tanto, recurrir a la colaboración y ayuda que pueden prestarnos en este proceso los expertos que ya hay en el mercado ofertando sus servicios resulta más que razonable, obligado
“Hacer suposiciones en el complejo ámbito de la electrificación de flotas puede ser un error muy costoso. Nuestros clientes nos piden que asumamos un papel estratégico para ellos, trabajando de manera coordinada con una amplia variedad de socios en materia de vehículos, capacidad de carga, de energía, etc”, afirma Mike Nakrani, director ejecutivo de VEV, la consultora autora del citado estudio.
Acompañamiento y análisis integral
A partir de los datos disponibles sobre la flota, su funcionamiento, sus vehículos, etc, las consultoras han de efectuar un análisis integral de todos ellos para determinar las necesidades exactas en materia de vehículos e infraestructuras de carga y calcular los patrones operativos necesarios, al tiempo que se consideran distintos factores como pueden ser las fuentes de energía disponibles, los ciclos de trabajo, las capacidades que ofrecen los vehículos seleccionados, los horarios a lo largo tanto del día como de la jornada de trabajo, los hábitos de los conductores en el uso de los vehículos y en el desarrollo de su actividad, así como los distintos requisitos operativos que las acciones de las flotas requieren.
Un enfoque de transición basado en datos va a agilizar notablemente la transición de la flota a la electrificación y lo va a hacer de manera que se garantice la rentabilidad, tanto durante la ejecución del proceso como al finalizar su implementación. Recurrir al servicio de consultoras y especialistas en estos procesos ayuda a evitar excesos de inversión y permite maximizar la eficiencia empresarial. Es la mejor manera de tomar decisiones informadas que darán forma tanto a la configuración a futuro de tu flota como a la necesaria rentabilidad que las operaciones que habrá de desarrollar.