La Asociación Europea de Fabricantes de Automóviles (ACEA) ha advertido de que para llevar a buen puerto los objetivos de recorte de emisiones contaminantes para automóviles y furgonetas marcados por la Comisión Europea en el «Fit for 55» es necesario impulsar con el mismo ímpetu la Directiva de Infraestructura de Combustibles Alternativos (AFIR).
En este sentido, la asociación acoge con satisfacción la propuesta de dejar sin modificaciones los objetivos para 2025, ya que cualquier cambio no dejaría tiempo suficiente para adaptarse debido a los ciclos de desarrollo y producción del vehículo.
Para 2028, los fabricantes piden una revisión intermedia mucho más sólida, con una clara garantía de que habrá suficiente infraestructura (vinculada a AFIR y EPBD), y señalan que sería el mejor año para establecer un objetivo a largo plazo.
Asimismo, indica que reducir en 2030 las emisiones de CO2 de los automóviles al 50% respecto a 2021 es muy complicado, más aún si se tiene en cuenta que la propuesta actual de AFIR (solo 3,9 millones de cargadores de 1kW/BEV y 0,66kW/PHEV) está muy por debajo de los 7 millones de cargadores (3kW/BEV y 2kW/PHEV) que serían necesarios, según ACEA, por lo que reclama que se aumente. El objetivo de reducción del 50% para furgonetas, afirma, también es extremadamente exigente y roza la irrealidad, especialmente en combinación con otras medidas.
Consecuencias
Este ambicioso objetivo para 2030 acelerará la transformación estructural de la cadena de valor automotriz, requerirá una gestión cuidadosa de la fuerza laboral y un plan de “transición justa” para la reconversión profesional. Y añade que debe mantenerse la excepción para pequeños fabricantes (entre 10.000 y 30.000 matriculaciones) del Reglamento 2019/631, ya que estos vehículos solo representan el 0,2 % de la flota total.
Igualmente, explica la patronal europea que debe establecerse un objetivo para 2035, como parte de la revisión de 2028, pues aún es muy pronto para fijar un objetivo de reducción de CO2 del 100%, que esencialmente es una prohibición del motor de combustión interna, en un momento en que todavía hay muchas cuestiones abiertas, entre ellas cómo se desarrollará el despliegue de la infraestructura y la aceptación del consumidor en los próximos años o qué tipo de tecnologías revolucionarias llegarán al mercado de aquí a 2035.
Finalmente, la patronal ratifica el compromiso de los fabricantes de vehículos de motor de reducir las emisiones de CO2 a cero en 2050, apoyando el objetivo de Europa de alcanzar la neutralidad climática ese año.