Los fabricantes automovilísticos lo tienen claro: la renovación del gran volumen de furgonetas anteriores a la normativa Euro 6 que circulan por las carreteras europeas tendría un impacto mayor en la reducción de las emisiones de óxidos de nitrógeno (NOx) y dióxido de carbono (CO2) que la implantación de la nueva Euro 7.
Según los datos comunicados por Acea, la patronal de los constructores europeos, las furgonetas con homologación Euro 6 supondrán el 53% de la flota de la UE en 2025, si bien las comercializadas antes de 2014, previas a la implantación de esta normativa, serán responsables de cerca del 50% de las emisiones de NOx.
Al mismo tiempo, alerta la asociación, se espera que la Euro 7 para furgonetas solo tenga un impacto marginal en la reducción de este tipo de emisiones, advirtiendo, además, que una inversión masiva en Euro 7 también desviaría importantes recursos financieros y de ingeniería de las tecnologías eléctricas de baterías y pilas de combustible al motor de combustión interna.
Otro estudio de Acea publicado días atrás ya venía a poner de manifiesto que de aquí a 2030, la hipótesis más estricta Euro 7 solo supondrá una reducción adicional de NOx del 4% en el caso de los turismos y del 2% en el de las furgonetas y camiones pesados, mientras que el impacto será nulo entre los autobuses.